sábado, 20 de junio de 2009

Una ciudad que se nos escurre de las manos, Hoy es el día!

Antes que nada deseamos decir que nuestra Asamblea no somos más que ciudadanos unidos para luchar por la defensa y preservación de bienes patrimoniales que hacen a la identidad de nuestra ciudad, espacios verdes, árboles añosos, plazas cálidas en invierno y festivas en verano, calidad de vida sustentable, una ciudad que crezca ordenadamente en armonía con el medio ambiente y con respeto a los residentes y futuros vecinos al margen de todo interés individual. Con esta actitud es que participamos desde hace años de estas Asambleas.

El motivo del nacimiento de nuestra Asamblea fue justamente que lo que ha estado sucediendo y lamentablemente sucede es todo lo contrario. Cada edificio que crece en medio de la ciudad sin ningún control en el impacto ambiental y urbanístico hacia los vecinos no es un problema aislado, sino que en él se sintetiza uno mayor que Quilmes arrastra desde hace años y cuya solución aún no ha sido ni siquiera encarada por las autoridades, parece que no quieren o no son capaces de tomar decisiones que golpeen los grandes intereses inmobiliarios en los que terminan involucrándose y se olvidan de las promesas a los ciudadanos. No se respetan ni siquiera leyes ya promulgadas de Protección del Patrimonio edilicio y urbano, y de Protección al medio ambiente, cursos de aguas, fauna y flora.

El problema es el conflicto entre el falso desarrollo o mal llamado progreso y la preservación del patrimonio, tanto natural como cultural. Radica en marcar la línea divisoria entre aquello digno de preservación y el derecho del progreso a continuar su avance.

Nuestra ciudad de Quilmes, en su desarrollo, ha perdido, en los últimos años valiosos bienes patrimoniales y naturales. La pérdida no ha sido provocada por catástrofes telúricas ni por guerras devastadoras, sino por la acción de los ciudadanos que dejamos que personajes foráneos a nuestra ciudad, en provecho de sus propios negocios y con la complicidad de los funcionarios de turno mirando para otro lado y falta de leyes adecuadas hagan que en nuestra ciudad y la de nuestros hijos y nietos detonen “Hiroshimas” que nos dejen rodeados de cemento, hierro y vidrios.

Y recuerden que donde hoy se construye una torre o edificio, nunca mas habrá posibilidad de otra cosa, esas moles estarán por toda la eternidad.

Para dar un ejemplo, dentro de nuestra ciudad, por ganar tierras para la construcción de torres, se aniquiló y se planifica aniquilar prodigios de la naturaleza, únicos en el mundo, árboles centenarios, pájaros y oxigeno en el centro de la ciudad, humedales y selvas marginales que según testimonios de extranjeros y biólogos que los han visitado los han descripto como "paisajes sublimes". Selva que se extiende a lo largo de nuestra costa desde Avellaneda hasta Berazategui. Muchas veces pensamos en el valor que hubiese tenido hoy como atractivo turístico, tal como lo tienen el Bosque de los Arrayanes, en el sur del país, o el Bosque de Secuoyas, en California; sin embargo, esa selva en un futuro sólo existirá en la literatura y en una acuarela de algún pintor memorioso de nuestra ciudad y se nos caerá una lagrima cuando lo veamos de la mano de nuestros nietos, sabiendo que no fuimos capaces de mantenerlos.

También Quilmes, en pos del desarrollo, esta vez industrial, ha perdido otro bien natural, la primavera que de ser un espectáculo espléndido, deslumbrante de luz, color, perfumes y transparencia del aire, inmortalizado por muchos escritores nacionales y extranjeros, se ha transformado -junto con el invierno- en el período anual de seis meses de duración, paradigma de polución ambiental, tan intensa que supera con creces la mínima aceptable según la OMS, y tan nociva, que enferma a los habitantes, carcome los monumentos públicos, ahoga el follaje de las plantas.

Nuestros arroyos y ríos, descriptos como de aguas cristalinas por antiguos cronistas de nuestra ciudad, hoy están contaminados por desechos industriales y cloacales. ¿Y qué ha sucedido con nuestra ciudad de Quilmes? Hasta comienzos del siglo XX los viajeros la describían como "encantadora".Era una ciudad con gran porcentaje de espacio verde porque cada casa poseía patios y fondos cuyos árboles superaban los techos y cuyas enredaderas desbordaban tapias y cercos. Hoy está transformada en una urbe gris, donde sus habitantes viven cada vez más hacinados. Su verdor otrora famoso, ha sido literalmente cubierto con cemento y día a día la vemos más deforestada porque pierde árboles por causa, primordialmente del boom inmobiliario y del maltrato. También, cada día se vuelve más ruidosa, entre otras causas, por el tránsito automotor excesivo y caótico.

En esta especie de atropello consumada en nombre del progreso, Quilmes también ha perdido bienes edilicios que enriquecían el paisaje urbano, hoy transformadas en edificios de departamentos. Para sintetizar, en el conflicto entre patrimonio y desarrollo que se da normalmente durante el proceso de crecimiento de las comunidades, los Quilmeños hemos actuado demasiadas veces subestimando o ignorando el valor del primero con el efecto de que resultamos enemigos de nosotros mismos por afectar seriamente nuestra riqueza patrimonial, tanto natural como cultural.

Ahora volvamos al motivo que hoy nos toca, en el día del Padre , miremos a los ojos a nuestros hijos y abrazándolos fuerte tomemos el compromiso frente a ellos de hacer desde este mismo momento todo lo necesario para salvar lo que aún nos queda de la voracidad constructiva , de asegurarles a ellos y a las generaciones venideras un Quilmes que comience a reconstituirse y a ganar nuevamente la memoria de una ciudad que crezca en equilibrio con el medio ambiente y con una calidad de vida generosa, para lograr un desarrollo que no afecte el patrimonio histórico y la biodiversidad , con el propósito de que no vuelvan a cometerse los errores cometidos Uniéndonos a estas Asambleas de vecinos , participando activamente en las decisiones importantes de la ciudad , no la dejemos en manos de inescrupulosos que solo miran un horizonte de cuatro años y sus bolsillos.

Quilmes surgió hace más de un siglo como exitoso proyecto de gente que deseaba vivir rodeada de verde, en contacto con la naturaleza, en un ambiente donde se evitara la contaminación provocada por ruidos, trajín vehicular y hacinamiento. Esa gente lo logró y creó un modo de vida que ha sostenido durante años, a veces transmitiéndolo de abuelos, a hijos y a nietos, desafiando inconvenientes de distancias, de precariedad del transporte público y de servicios básicos.
Debemos conciliar la adaptación de las realizaciones propias de los tiempos nuevos con la conservación del patrimonio preexistente, heredado, en este caso, una planificación urbana definitoria de un modo de vida estrechamente ligado a espacios verdes, amplitud y quietud, factores que, a su vez, determinan un valor económico determinado.

Afortunadamente hoy hemos podido, no sin esfuerzo, instaurar en la comunidad la necesidad de un Plan Urbano Ambiental que garantice el crecimiento sustentable de la ciudad, participemos no perdamos un segundo más!

Sin embargo, al margen de la legislación, es preciso que la comunidad Quilmeña en su totalidad tome conciencia de que hay que preservar el patrimonio. De que el progreso no es antinomia de esta preservación. De que nuestra ciudad no debe continuar cometiendo los errores que cometió en el pasado que redundaron en pérdida, a veces irreversible, de riquezas patrimoniales, tanto naturales como culturales, hecho que hoy, tardíamente, lamentamos.

Padres Quilmeños, hoy es el dìa , Muy Feliz día!