domingo, 15 de abril de 2007

Una tragedia que pudo evitarse.

Prov. de Tucuman:
Desprotegidos y precarizados, tres obreros de la construcción murieron atrapados por los escombros
Tres jóvenes tucumanos que realizaban trabajos para la constructora Elgart murieron ayer tras el derrumbe de una medianera en un edificio de General Paz al 900. Las víctimas quedaron prácticamente sepultadas en excavaciones que superaban los seis metros. Sobrevivientes aseguraron que trabajan sin elementos de seguridad, las vestimentas reglamentarias ni coberturas sociales. La angustia y los llantos desoladores de los familiares de las víctimas se hicieron sentir. Hubo enfrentamientos con la policía.
La tragedia en una obra de construcción conmocionó y centró ayer la atención de los tucumanos por más de diez horas en la calle General Paz al 900. Manuel Alejandro Rojas (27 años), Claudio Neme (22) y Adrián Díaz (25) murieron ayer alrededor de las 10, luego de que una pared medianera se derrumbó en un edificio en construcción y quedaran atrapados por más de seis metros de escombros. Personal de Defensa Civil, obreros y efectivos de la Policía realizaron infructuosas maniobras por más de cuatro horas para rescatar los cuerpos. El caos y la tensión continuó en horas de la tarde, cuando se produjeron incidentes entre familiares y efectivos.
El accidente fatal causó indignación en familiares y amigos quienes denunciaron que los obreros trabajaban en negro y en condiciones precarias. También señalaron que hubo irresponsabilidad por parte de la constructora Elgart (que es de propiedad del cuñado del gobernador José Alperovich, Leonardo Elgart), ya que la pared que se desbarrancó no estaba apuntalada y por ello, se preveía que tarde o temprano se iba a producir un accidente. “No tenemos elementos de seguridad, trabajamos en negro, nos pagan 25 pesos por día y cuando se le dijo al ingeniero a cargo de la obra (Horacio Bevilacua) que en cualquier momento se produciría una desgracia no prestó atención”, contó un operario que pidió que reserve su identidad por miedo a perder su trabajo.
Hasta después de una hora de haberse producido el derrumbe de la medianera en el predio en construcción ubicado en General Paz 962, familiares, vecinos, curiosos y periodistas comentaban sobre el accidente desconociendo sobre la magnitud del hecho. Pasadas las 11, se hablaba de posibles víctimas fatales y la confusión se convirtió en angustia, desesperación, bronca, llantos y gritos por parte de los familiares que se acercaron al lugar luego de escuchar la noticias por las radios.
“Se murió mi hijo. Se me fue mi sobrino. Será mi hermano. Qué le pasó a mi amigo. Es mi novio”. Estas frases se repetían en los familiares de las supuestas víctimas que estaban atrapados entre los escombros. Sin embargo, con la confusión nadie sabía a ciencia cierta quienes eran los tres muchachos que habían perdido la vida. La madre de dos obreros se descompuso y se desvaneció hasta que se le aclaró que a sus hijos no les habían pasado nada. Esta situación pudo haber sido evitada si algún funcionario municipal o provincial hubiese brindado información exacta del hecho.
Mientras las horas corrían, también lo hacían los responsables de la empresa familiar Elgart-Alperovich, quienes se instalaron en el predio y bajaban instrucciones a los propios funcionarios. Además, de reavivar aún más el nerviosismo y la incertidumbre. Un claro ejemplo se registró cuando el hijo del propietario Fernando Elgart agredió al reportero Gustavo Utrera del equipo de Canal 10 que cumplía con sus obligaciones de registrar las imágenes. También el jefe del operativo policial, Luis Ibáñez, insultó a los gritos a una movilera de radio, Carolina Ponce de León, porque se encontraba, según él, en un perímetro prohibido para la prensa.
El descontrol y desorganización se apoderaron de los responsables que hacían sentir su fastidio en cada instante, mientras que los vecinos y familiares apostados en la zona comenzaron a exigirles información concreta, que era suministrada a cuenta gota y sin precisiones.

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