miércoles, 17 de enero de 2007

La Ciudad que queremos

POR NUESTROS DERECHOS

Es hora de decir basta de torres en el centro quilmeño.
Es hora de parar esta ola indiscriminada y desorganizada de este tipo de construcciones.
Es hora de actuar con conciencia en pro de la salud, bienestar y demás derechos de la población.
Es hora de encauzar por la vía del diálogo, con respeto y consideración los intereses y ambiciones, de los que hoy por su exclusiva cuenta avasallan ese respeto y esa consideración que deben tener en sus semejantes.
Nuestros antepasados no quisieron que Quilmes fuera una aldea y por ello lucharon.
Fueron nuestros padres y abuelos, genuinos pobladores de estas tierras. Hoy, en su nombre, por nosotros y por nuestros hijos, no queremos tampoco llegar al otro extremo de convertir a nuestro Partido, en un lugar donde juntar gente en torres es una modalidad de asentamiento y hacinamiento VIP. Honremos la memoria, luchas y conquistas llevadas a cabo por nuestra salud, impidiendo que aquellos que tienen poco o nada que ver con la historia y vida de Quilmes, quieran tirar por la borda las caras conquistas alcanzadas.
Queremos seguir levantando la vista a un cielo abierto y no a una mole de cemento. Queremos seguir viendo y respirar naturaleza. Queremos salud a través de la acción superadora, bienhechora y sustentable, optimizando los medios de que disponen y las condiciones favorables alcanzadas.
No debemos salir (muchos no pueden hacerlo) procurando llegar hasta una plaza en busca de un mejor medio ambiente; el aire más puro posible y el sol tienen que pasar por sobre nuestras cabezas en nuestros hogares. La honestidad obliga a reconocer que en nuestra tierra quilmeña, no somos de los más favorecidos por el clima. No nos dejemos perjudicar entonces con obras como las que nos están imponiendo e invadiendo a través de un atropello a la sana conciencia y la dignidad humana.
Debe convenirse –y en esto tampoco hay duda- que existen posibilidades de revertir el mal que causa a los vecinos propietarios, de los que la mayoría son tradicionales habitantes, pioneros en innumerables emprendimientos, artífices del derrotero de este pueblo y ciudad y que hoy no se los respeta ni mínimamente en su condición ni en el derecho que tienen a una vida digna, tranquila y sana, al encerrarlos cada vez con más altos paredones.
Tenemos derecho a vivir a la sombra de un árbol u otro reparo, pero nuestro y no a la sombra de una torre ajena.
De los que se apilan para vivir, hay quien toma los techos y jardines de
las casas vecinas como destino de muchos de sus desperdicios. Otros se dedican a otear, invadiendo la intimidad y privacidad de los hogares y otros pierden la visión, sentimiento y consideración vecinalista porque no habitan a lo largo de la cuadra sino en las alturas, encerrados, lo cual crea una particular desvinculación con los demás y a ellos no los vamos a encontrar engrosando nuestra filas.
No debemos dejar pasar más tiempo, es la hora del control y de atender la voz de la razón de los auténticos hijos de Quilmes.
Basta de torres en nuestra ciudad, basta de actuar solapadamente a espaldas de los respetables vecinos sin escucharlos y nada de impunidad para los responsables de estas obras si existiese contravención con lo reglamentado o a reglamentarse.
Por todo lo dicho y muchas razones más de distinta índole que aquí hoy no abordamos por consideración a la respetable atención de todos aquellos que toman posición compartida, no queremos dar punto final sin antes destacar que nos solidarizamos con los pobladores de Bernal en su campaña contra los torres, porque somos hijos del mismo distrito y porque no podemos tener otro criterio ni otro sentimiento ante un común perjuicio.
Firma un vecino quilmeño.

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